8 de julio de 2014

Cuatro bodas y....un vestido.

Queridas amigas,

Ya escribí con anterioridad sobre esa indescriptible situación de la que sólo pueden salir airosas aquellas personas que han nacido para desfilar sobre una alfombra roja de Hollywood. Y digo airosas, que no victoriosas, eso ya sería digno de estudio por esa gente rara que se esconde en una gruta y sale de ella sólo para pillar señal cuando se emite en la tele Cuarto Milenio. Sí queridas, hablo de la boda de una amiga. Esta vez, sin embargo, no hablaré de la novia, sino de las invitadas.

Porque uno de los pensamientos que tenemos cuando nos dan la buena nueva es “¿Puuuffff y yo ahora qué me pongo?” Y preguntas: “¿la boda es de día o de noche?” Dato que a ti no te repercute en absoluto como andes escasa de recursos económicos, pues o te acabas comprando un vestido corto o reutilizando otro anterior. Y qué queréis que os diga, como el vestido sea excesivamente corto y estés soltera, se amortizará por sí sólo.

Una vez conocido este dato, tengas o no tengas dinero, mirarás a diario internet para poder encontrar “el vestido perfecto”, sí, ese que mejor cumple el binomio “calidad-precio” o sólo para “coger ideas”. Sin embargo, debéis desengañaros pronto, no lo vais a encontrar a doce meses de la boda, sino, como mucho, el mes de antes (teniendo en cuenta que no haya rebajas de por medio y esperes a ellas aunque la boda sea al día siguiente). Eso sí, la sensación que te recorre el cuerpo cuando por fin encuentras el vestido ideal, te queda bien y la etiqueta con el precio hace que sonrías, no tiene nada que envidiarle a la de Harry Potter cuando destruye un Horrocrux.
Baile de la victoria

Luego habrá que sumarle peluquería, zapatos, bolso, regalo de boda, pero bueno, no os voy a amargar vuestro orgasmo, más aún si es el único tipo de orgasmo que has tenido durante meses.

En vista de todo lo anterior, para haceros la vida más fácil voy a daros una serie de consejos respecto a cómo ir a una boda de la manera más apropiada.

  1. Empezamos desechando falsos mitos protocolarios y qué mejor que comenzar por un color: el blanco. ¿Quién no ha escuchado eso de “a las bodas no se puede ir de blanco” (léase con voz chillona repelente y, a ser posible, de tu peor enemiga) Pues yo os digo algo: ¡ No me seáis catetas y dejad de haceros las entendidas! Todo en esta vida se puede matizar. El hecho de que no puedas ir de blanco a una boda es porque podrías robarle protagonismo a la novia, por lo tanto, quizás si está peor visto que tu vestido blanco sea largo (y esto si es comprensible, yo nunca lo haría), pero nada impide que vayas a una boda con un vestido de cóctel blanco.
    Aunque claro, esta regla también tiene su excepciones, como por ejemplo, el hecho de que sea una boda ibicenca o, mejor aún, una real excepción: Pipa Middleton y su vestido blanco de Alexander McQueen en la boda de su hermana.

    Pero todo en esta vida tiene su explicación. En este caso, Pipa era la dama de honor de Kate, encargada de llevarle la cola del vestido, por lo que era la manera perfecta de no destacar, de fundirse con el vestido. Además, la niñas que llevaban los canastitos de flores, que más feas no podían ser, llevaban también vestiditos de este color.
    Si vosotras queréis imitar este “estilo real”, sería conveniente que hablarais antes con la novia, sobre todo si es una novialisco, pues una gamba en mal estado podría deslizarse hasta tu plato pareciendo un accidente. Además, la novialisco de turno lloraría nada más verte (sobre todo si vas más guapa que ella) y habría un 99% de posibilidades de que ella se presente vestida de novia a tu boda (el 1% restante sólo supondría que la gamba que comentábamos te ha matado).
  2. No hay enemigo más peligroso que unos tacones. Enemigo y aliado. Todas sabemos lo que estilizan dichos utensilios que, como castigo, Dios nos obligó a llevar el día que tentamos a Adán con la manzana. Pero lo mismo que te ayuda a estar más guapa se vuelven contra ti. Llevarlos es un arte, supone muchos años de aprendizaje, querida padawan. Igual que Luke Skywalker no controló la fuerza de un día para otro, tú no vas a poder ponerte unos tacones de 15 cm y salir viva (o digna) en el intento. Mejor lleva unos tacones que sepas dominar, antes que ir andando con las piernas abiertas, perdiendo toda feminidad, o peor, marcando tu cara en el asfalto cual estrella de Hollywood deja plasmadas sus manos en el Paseo de la Fama.

    Para finalizar otro consejo: un tacón exageradamente alto y al que se le añade muchísima plataforma queda extraordinariamente vulgar, por lo que tu pretendida elegancia brillará por su ausencia y no serás más que una “cani arreglá”.
  3. El mejor complemento: un novio guapo. Además, después de horas y horas de peluquería, maquillaje, llanto porque la peluquera no te ha hecho lo que querías e interminables sesiones de dolorosa depilación necesitas que alguien que no sea tu mamá, tu papá o tu abuela te diga que estás muy guapa. No me mientas, ya dominas tu cara de “falsa timidez” ante dicha declaración por su parte.

    Pero por favor, déjalo si se pone pajarita negra, camisa blanca y se quita la chaqueta (y aunque no se la quite). La mejor forma de disimular y dejarlo a la vez es fingir que lo has confundido con un camarero (créeme, habrá gente que tenga esta confusión si tu novio hace semejante desfachatez).

    Por vuestra parte, también podéis ir dejando esa costumbre de apuntar hacía vuestro “muchacho que os habla” con una pistola para que se ponga una corbata exactamente del mismo color que vuestro vestido. De ahí a ordeñar cabras y conducir vosotras mismas vuestro Land Rover hasta Zara hay un delgada línea fácil de cruzar.
  4. No estamos en Carnaval, no hace falta que váyais disfrazadas. Especial mención hago en este apartado a los tocados y a las mujeres pegados a ellos. Alguno que otro de vez en cuando está bien siempre que la boda sea de día, pero os pasáis cuando lleváis a cada boda tocados que pueden pasar (y pesar) perfectamente por fantasías propias del Carnaval de Tenerife. Evitad también el exceso de complementos. Si Coco Chanel decía que “menos es más” y “ La simplicidad es la clave de la verdadera elegancia” ¿Quién eres tú para pensar que sabes más de estilo que ella?
  5. ¿Vestido largo si la boda es de noche? No necesariamente. Puedes ir perfecta con un vestido corto o tipo cóctel. Desde hace tiempo, además, se han abierto camino sin ninguna dificultad los monos de fiesta.

    Hasta aquí mis consejos de hoy. Hay más, claro que sí, pero no es cosa de escribir aquí una entrada propia de J.K. Rowling. Poco a poco seguiré. Si me permitís un último consejo, llevad siempre bailarinas como repuesto si no queréis volver a casa descalzas, porque aunque peséis que regresáis así

    En realidad estáis volviendo así

    ¡Besitos!  




No hay comentarios:

Publicar un comentario