29 de marzo de 2014

Como vestir de mantilla en Semana Santa. (Ve sacándola ya del armario)

Queridas amigas,

Esta tarde he llegado de correr y cuál ha sido mi sorpresa al llegar a casa y encontrarme en la cocina una bandeja de pestiños (tanto de miel como de azúcar, al gusto del consumidor). Obviamente, ver esto después de correr es lo peor que te puede pasar y una prueba irrefutable de que tu madre te odia, pues sabe que llevas un año sin probarlos. Pues bien, además de para cerciorarme de que mi fuerza de voluntad es inexistente, también ha servido para darme cuenta de que la Semana Santa ya está aquí.

Por eso hoy os quiero hablar de algo tan típico y tradicional de estas fechas como lo es LA MANTILLA. Sí, con mayúsculas, pues para mí es uno de los mejores atuendos que tenemos la suerte de lucir en nuestro país. Esto es un arte y yo sólo doy mi opinión, estilos hay muchos y maneras de llevarlas más todavía, dependiendo de la ocasión. Hoy me centraré en ella con vistas a la Semana Santa, es decir, la mantilla se viste en señal de respeto y, sobre todo, luto por la muerte de Jesucristo.

Son tantos los detalles, tanto sobre lo que hay que hablar, que no sé por dónde empezar. Quizás, sería más fácil empezando por lo que NO hay que hacer, y qué mejor que la siguiente foto, que comete el 90% de los errores. Se cree Sarah Jessica Parker que ella es una gurú de la moda y que se ponga lo que se ponga va correcta. Perdone usted, pero quédese en Nueva York quietecita y déjese de estropearnos LA PRENDA y estereotiparnos. Necesita usted nacer aquí para saber llevarla, no sé si me explico, pero la elegancia y el saber llevarla se lleva en el ADN, se ve desde niña y se sueña desde la cuna.


  1. Vas de luto, ¡NO lleves flores! Que no nos vamos de feria. Resérvalas para vestir de mantilla en los toros.
  2. Quien le puso la mantilla debía odiarla. En primer lugar, debe quedar a la misma altura a ambos lados y, en segundo lugar, ésta debe quedar a la altura de las manos por la parte delantera y no debe superar el largo del vestido por la parte trasera. Lo de la imagen es un despropósito.
  3. Nada de escotes pronunciados. Mucho menos el agujero ese que tiene en la camiseta la señora Parker.
  4. Las medias deben ser negras, lisas y de cristal. Olvídate de tupidas y de medias color carne para vestirte de mantilla en Semana Santa.
  5. Nada de vestidos negros ajustados cuales morcillas. Dejadlos para Fin de Año. ¿Qué queréis que comente sobre esa falda de cuero que lleva en la foto? Si es que la veo y lloro. Si como te pongas así delante de la Virgen va a acabar llorando sangre. Nada de dos piezas camisa-falda y mucho menos nada de vestidos minifalderos, dejadlos colgados en las perchas de Bershka, de donde nunca debieron salir.
El vestido debe ser negro, sencillo, por debajo de la rodilla, de manga larga o francesa. Respecto a tejidos, evita que sea de encaje, ya tienes suficiente con la mantilla. Por vuestro bien, tampoco me hagáis hablar de la Lycra, tejido que debe estar ardiendo en el infierno estos días. Como os he dicho, todo depende de la ocasión y de dónde vivas, no es lo mismo vestirte de mantilla un Jueves Santo en Sevilla que te vistas para una procesión (sea donde sea), pues en este caso, y teniendo en cuenta que el recorrido es largo, de noche y generalmente hasta altas horas de la madrugada, te puedes poner una chaqueta negra, no es cosa de pillar un resfriado. Una cosa es ir de luto por la muerte de Nuestro Señor, otra muy distinta sufrir su mismo calvario.


  1. Hablando de calvarios, toca el turno de los zapatos. Vais a andar mucho, más aún si vais en una procesión. Son muchas horas de pie. ¿Qué te aconsejo? ¿Que vayas plana? ANTES TE CORTAS LOS PIES. Que, si, que vas de luto, señal de respeto, de oración, que no es cosa de ir presumiendo por ahí (aunque es verdad que la mantilla favorece muchísimo y que si nos vestimos, es también por esa razón, hay que reconocerlo), pero como dice mi madre: “lo que está bonito, está bonito” y una mantilla con bailarinas no está bonito. ¿Y entonces qué? ¿Taconazos? Tampoco. Si ya está feo que lleves bailarinas vestida de mantilla, que vayas patizamba por la calle con tus taconazos de 15 cm de Zara está aún peor, por no hablar de la cara de dolor que pondrás a cada paso. Lo ideal es un zapato de salón negro que hayas usado con anterioridad (para evitar un sufrimiento equivalente al de Nuestro Señor en la cruz) y con el que sepas que puedes aguantar sin perder la dignidad y sin peligro de tener que perder un pie. Para presumir hay que sufrir, pero otra cosa es que te nombren mártir.
  2. La señora Parker lleva pendientes rojos (no sé si de coral). TOTALMENTE NO. Que no somos Lola Flores. Como complemento estrella, el broche que debe sujetar la mantilla al pelo. Normalmente de plata, plata envejecida u oro blanco (hay gente que los lleva de oro amarillo, eso al gusto, aunque a mí no me gusta). Yo tengo uno de rodio con cristales Swarovski y la verdad es que también os recomiendo ese material. Si no tenéis y por ahora os conformáis con uno más baratito, hay algunos preciosos en tiendas de bisuteria, de hecho, los de rodio son muy asequibles.
Respecto al resto de las joyas, si el broche es de plata (o color plata), los pendientes también, eso sí, nada de mega pendientes, algo discreto. También se admiten perlas, tanto como pendientes, así como un discreto collar, aunque si llevas colgante, se prefiere una cruz de plata o una gargantilla discreta. Yo veo adecuadas las dos formas.
En las manos, con guantes negros cortos (aunque esto lo veo opcional), podéis llevar un rosario también. ¿Llevar bolso? Dependiendo: si es para una procesión, obviamente no, pero si es para un Jueves Santo por la mañana si se puede llevar uno tipo cartera, pequeño, de color negro o carey.


8. El pelo debe ir recogido. Personalmente me gusta bastante “relamido” y con raya al lado. Las ondas al agua quedan preciosas también. Si tienes el flequillo corto y no hay otro remedio, péinatelo hacia el lado, eso si, que quede perfecto (tengo amigas a las que les queda muy bien). Lo que es inadmisible es un flequillo cuadrado. El moño debe ser bajo, grande y abierto, para que así se sujete mejor la peina. Yo recomiendo una “castaña”, también conocida como “moño cordobés”, que además es un peinado muy sencillo que tú misma puedes hacerte.
Nada de pelo suelto o semirecogidos. Si lo tienes tan corto que es imposible hacerte un moño, hazte una pequeña cola (no se verá con la mantilla) pues queda bastante mal que aparezca el pelo suelto bajo la mantilla y sobre los hombros. Si eres joven y tienes el pelo corto ese tipo de peinado con la mantilla te hara parecer una persona mayor. Resérvalo para tu madre. Al menos, yo lo relaciono con mujeres de más edad.
Respecto del maquillaje,utilizad tonos suaves, debe ser natural, así que olvidad el “smokey eyes”.


En fin, como os he dicho, ésto no es más que mi opinión, unida a unas reglas de protocolo que no debemos olvidar para poder vestir la mantilla correctamente. Aunque haya gente que cree lo contrario y salen de cualquier manera, esto es una tradición que está sujeta a unas férreas reglas que se deben cumplir si no se quiere perder su verdadera esencia. Sé que éste no es un tema de los que me suelo ocupar en el blog (bueno, en realidad en mi blog hablo de todo, no tengo tema fijo), pero es un tema que me encanta, como habéis podido comprobar. Tampoco he podido hablar en esta entrada de todo lo que me gustaría, pues sería muy larga, así que poco a poco iré detallando más, y explicando cómo vestir en otras ocasiones en las que no sea Semanta Santa. A mí personalmente me encanta llevarla blanca en procesiones de Gloria, lo que es distinto a cómo os he explicado en esta entrada.
Espero que os haya gustado la entrada y que os sirva como una especie de guía. Aunque claro, dentro de las reglas, cada cual tiene su estilo y su opinión, por lo que podéis dejarla en un comentario.

Espero que lo estéis preparando todo y que no os ésteis hartando de pestiños, torrijas, flores y demás, como yo, que no tengo perdón.

¡Besitos!




20 de marzo de 2014

Algo se muere en el alma...cuando una amiga se casa.


En el alma y en el bolsillo, queridas amigas. Hoy os quiero hablar de qué pasa cuando una de tus amigas te da esa “feliz” noticia. Miles de veces habéis hablado de bodas, le habéis endosado la obligación a alguna (bien porque lleve más años con el novio, tenga ya casa, trabajo u olivos) y ésta ha dicho “no, no, no, yo no quiero casarme, a mí me quedan muchísimos años”. Pues bien, esta excusa sólo demuestra que es la que más ganas tiene y que sólo tardará un máximo de dos semanas en anunciarte la buena nueva.
Da igual qué categoría de amiga tenga, ya puede ser tu mejor amiga o de las que te han clavado algún que otro cuchillo, tu reacción va a ser exactamente la misma y pasarás por los estados que te detallaré a continuación. Lo que sí puede cambiar es la rapidez con la que pasas de un estado a otro, dependiendo de la clase de amiga que sea (y seas), de tu salud mental e incluso, según un estudio de la Universidad de Oxford, el peso y la edad son también factores influyentes en dicha reacción:

  1. Alegría. ¿Y cómo se manifiesta la alegría entre amigas? Chillando. Sí, quizás sea porque tan tan tan malísimas no somos y si ella está feliz, tú también. Así que una oleada de felicidad te invade, casi tanto como el feliz acontecimiento de que esté un 70% rebajado el vestido del que te enamoraste hace tres meses. Casi.
  2. Ganas de fiesta. Porque boda significa celebración y celebración significa fiesta. Así que empieza a poseerte el ritmo ragatanga y en tu mente ya empiezan a sonar los primeros compases de todo un clásico de las barras libres: Follow the leader, también conocida como “Ondalina”. Y te imaginas a ti misma hinchándote a gambas, bailando sin parar (en ese mismo momento piensas que deberías echar unas manoletinas para cuando te traiga más cuenta cortarte los pies que seguir en tacones), quedándote afónica de gritar “¡Vivan los novios!” y corriendo más alcohol por tus venas que sangre.
  3. Envidia. Miras tu dedo y ves que no hay anillo alguno, por más años que lleves con tu Manolito.
  4. Obsesión matemática. Echas cuentas de los años que ella lleva con el novio. Si son muchos piensas “ya era hora” si son pocos “demasiado precipitado”. Y empiezas a hacer cálculos, utilizas algoritmos, sucesiones, raices cuadradas y fracciones, utilizas un complejo cálculo basándote en estadística y lo trasladas todo a una gráfica en la que el “eje x” representa los años de noviazgo, el “y” la felicidad del matrimonio, el -x el nombre del novio y el -y la temperatura existente ese día en el salón de bodas. Finalmente saldrá una asíntota, que se acerca a los ejes pero nunca llegará a tocarlos.
  5. Bipolaridad. Piensas en despedida de soltera. Sonríes: fiesta. Lloras: si hay elementos “falomorfos”allá donde mires. Sonríes: día de amigas. Lloras: dinero. Y pensando en dinero...
  6. Pobreza. Este estado se acentúa si no trabajas o estás de prácticas (es el término moderno para lo que antes se conoció como esclavitud, eres la versión 2.0 de las personas que recogían algodón en cualquier plantación del Sur de EEUU, un Kunta Kinte del siglo XXI.) Haces cálculos cual experto economista y te das cuenta de que, para afrontar dicho gasto, o te toca la lotería, atracas un banco o haces la calle.

Tras pasar por todos estados, generalmente delante de tu amiga, intentas poner cara de poker, acto seguido, pones todas tus fuerzas en aparentar el primer estado, es decir, el de felicidad, pero lo máximo que te sale en una mueca indescifrable. Da igual, tu amiga no se ha fijado en ti ni se fijará en los próximos meses, hasta que pase el esperado acontecimiento. Esta improvisación, no dominada ni por los actores más cotizados de Hollywood y galardonados con algún que otro Óscar, puede evitarse si tu amiga es asidua a las redes sociales y tuitea hasta las veces que va al baño. Que no te siente mal si te enteras por este medio, te está haciendo un favor.

Pues bien, una vez te vas a tu casa piensas que ya ha pasado todo, que vuestra amistad seguirá igual.¡Amiga mía, que equivocada estás! Bueno, he de reconocer que hay que hacer una importante distinción entre las novias:
  1. Pseudonovia: Es esa persona que se va a casar pero actúa como una amiga normal y corriente. No habla de temas nupciales a no ser que le preguntes. Normalmente eres tú la que le molesta diciendo “ya queda menos, ¿estás nerviosa?”. Es la mejor amiga-novia que puedes tener.
  2. Novialisco: Nace de la simbiosis de una novia y un basilisco (incluye la facultad de “dejarte de piedra” ya sea con comentarios, actitudes, etc).

El primer tipo de novia es una bendición. Si te toca el segundo, echa a correr. Tú piensas que cuando quedéis todo será igual que antes. La respuesta es NO. Ni siquiera las conversaciones de Whatsapp. Tienes que tener en cuenta algo: lo más importante en el mundo es SU BODA. No quiere escuchar nada más, no le importa tu estado, ni le importa el mundo. A ella sólo le interesará que le hables de las noticias si es que has escuchado que habrá un huracán en el lugar donde vaya de Luna de miel. A todas horas te hablará de menús, vestidos de novia, caterings, salones de bodas, muebles, cortinas y demás ajuar. Tú puedes hablarle, si es mediante whatsapp no lo leerá y si es en persona ella sí que ha aprendido a poner cara de interés, pero en realidad tiene su mente en la música que sonará cuando entre a la Iglesia (o al ayuntamiento, jardín en plan americano, lo que queráis, pero tened en cuenta que si es por la Iglesia podéis hacer el amor tranquilamente pues no sería pecado). Sólo te escuchará si le hablas de algún tema relacionado con la boda.



Descubres que existen las ferias de bodas. Incluso vas a alguna acompañándola, hasta que descubres que la palabra feria está usada en un contexto distinto: no hay rebujito, farolillos ni suenan sevillanas. Lo más parecido son los grupos rocieros que se publicitan para cantar en la ceremonia. Porque tu amiga puede que no haya pisado El Rocío en su vida, pero quiere que le cante un grupo de ese estilo.

A medida que van pasando los meses, ves que tu amiga cada vez te habla menos y apenas quedáis, lo que parece una bendición. Tú, con tu inocencia, piensas que es que está muy ocupada. ERROR. Está haciendo nuevas amistades, gente que está en su misma situación: próximas casaderas, pues esto es una inversión para su negocio, quiero decir, su boda (perdonen el lapsus). Rige la regla de “cada uno recibe lo que da” , alcanzando aquí su máximo exponente. Por poner un ejemplo, por estos lares somos mucho de regalar dinero, pues si una le ha regalado 100€, la otra devolverá esos 100€. Generalmente este tipo de personas no llegan a entender situaciones macroeconómicas tan complejas como son la deflación o la inflación.

Así van pasando los meses y llega el día de la boda. Puede ser un día muy esperado por ti, si tu amiga ha sido la novia del primer tipo. Si es una novialisco prepárate para soportarla y soportar a sus nuevas “amigas” (que estarán criticando hasta las horquillas que le sujeten el velo). Y sobre todo, ten cuidado, porque ese día más de algún tocado ocultará antenas dispuestas a captar cualquier comentario por tu parte.


Este es un tema extenso, del que se puede estar escribiendo días y días. Por hoy lo vamos a dejar ahí.

¡Besitos!