28 de mayo de 2014

El selfie: ¿moda pasajera o foto cani evolucionada?

El selfie. No hay cosa más peligrosa que eso.

Queridas amigas, hoy vengo a hablaros de un tema de candente actualidad, lo que los modernos han bautizado como selfie, pero que no es más que una variante de aquellas fotos de canis frente al espejo, poniendo morritos ellas y enseñando el torso desnudo ellos. A veces ni siquiera es una variante, sino una foto cani en toda regla.

¿Pero por qué esta moda? ¿De dónde viene? ¿En que contexto histórico surgió semajante fenómeno de masas?

Pues bien queridas amigas, si pensais que es algo moderno, supermolón (¿Se dice supermolón?¿Sí? ¿Se puede decir? ¿No es muy de Manolito Gafotas?) y novedoso, estais muy, pero que muy equivocadas. De hecho, no hay nada más mainstream que un selfie. (¿Habéis visto? He usado una palabra muy moderna, de hipster. Me actualizo, no como Windows XP desde este pasado abril).

El primer selfie no fue hecho con un iPhone, por mucho que lo penséis. NO. ¿Qué pasaba cuando no había móviles, ni cámaras de fotos? Pues fácil: que la gente acudía a su pintor de confianza para que le hiciera un bonito retrato y presumir de D.N.I. Eso sí, tenías que conformarte con el estilo de la época y claro, si es renacentista, barroco, neoclásico o algún otro estilo que se corresponda más con la realidad, estás salvado, como mucho, te pondrán un poco más curvas como acudas a Rubens, o más lánguida si te decantas por la escuela manierista del Greco. ¡Pero ay amiga como te pille un estilo más vanguardista! Y si no, que se lo digan a unas señoritas de la ciudad francesa de Avignon.

Pues bien, si eres un pintor, tienes mucho amor propio y te crees que nadie como tú puede “retratarte”, tienes la opción del autorretrato. Sí, las pinacotecas de todo el mundo están llenas de momentos de aburrimiento de pintores mientras esperaban a que terminaran sus novias de arreglarse, de pintores que pasaron por espejos y se vieron guapos, de pintores que no sabían qué ponerse y se retrataban para enviarle el posible "outfit" a un amigo y que éste le aconsejara y, sobre todo, de la jeta de Van Gogh, con y sin oreja.

Aquí Da Vinci en su foto del carnet de conducir. No le dio tiempo a peinarse.


Durero le mandó este autorretrato a un amigo mediante Whatsapp, preguntando si le quedaban bien los guantes o no.


Van Gogh antes de salir a coger aceitunas con su sombrero de los sulfatos.

Van Gogh haciendo como que trabaja para librarse de salir con su novia.

Van Gogh cuando se dio cuenta de que las orejas estaban sobrevaloradas y se cortó una.


Pero claro, llegaron a nuestras manos las cámaras digitales, aunque esto parece ya algo del Paleolítico -bueno, del Neolítico, del Paleolítico son las de carrete- así como los móviles con cámara, con más megapíxeles que una cámara normal.Y esto en las manos inadecuadas es muy peligroso, como la varita de sauco.

Y así fue como allá por el 2008, en plena efervescencia cani y en los albores de aquella red social española llamada Tuenti que tanto daño ha causado a la literatura, la gramática, el arte, el diseño y a la sociedad en general, encontramos lo que se llamó AUTOFOTO. En ellas podemos encontrar una serie de elementos diferenciadores:
  1. Un espejo de baño.
  2. Fondo con toallas sucias, ropa interior, laca Nelly, gel de baño Heno de Pravia, el wc con su rollo de papel correspondiente y, con un poco de suerte, alguien usando el wc.
  3. Un cani macho sin camiseta o con camiseta muy ajustada, presumiendo de músculos (si los llega a tener, a veces simplemente nos está recomendando no ir a su gimnasio); y/o una cani hembra, con rabillos y morritos enseñando escote.


Primas lejanas de estas fotos, son aquéllas que todos hemos visto subidas en Facebook e incluso Tuenti, bajo el título “haciendo el tonto”. En ellas también podemos ver a diversos personajes, haciéndose fotos ellos mismos también (esta vez sin espejo, recordemos que no son canis), e incluso puede que poniendo morritos. El fin de esta foto es que la gente le dé a “me gusta” y haga comentarios del tipo “Estás muy guapa” elevando así la tasa de mentiras mundiales y haciendo el Niño Jesús pille un berrinche terrible.


Por lo tanto, ¿en qué se diferencian estas autofotos de lo que los modernos llaman selfies? Os lo diré: no se diferencian en nada. Todo aquél que se las haga bajo el título de “selfie”no es más que un cani disfrazado de moderno, además de tener un grave trastorno en su personalidad y en su grado de madurez.

Finalmente está otro tipo de selfie: el que te haces con tu novio (pareja, chico, muchacho que te habla) o con tus amigos. El primero consiste en dos caras sonrientes o besándose (en la mejilla si sois más puritanos y dependiendo de cómo sea el beso en los labios tendréis más probabilidades de ir al infierno o no). El segundo, en un montón de gente intentando caber en un espacio mínimo, da igual que esté la Torre Eiffel de fondo o el mismo Dios, tenéis que caber todos, se vea o no el sitio dónde estáis, ya lo pondréis en el título de la foto para que se sepa. Y la pregunta es: ¿no es más fácil darle la cámara o el móvil a alguien y que esa persona te haga la foto? La respuesta es NO. El robo de cámaras y móviles por grupos de delincuencia organizada constituidos por señoras que han sido adoctrinadas por Juan y Medio y sus programas de Canal Sur, así como el hecho de que en cada uno de nosotros habita un pequeño Sheldon Cooper desconfiado y asocial son dos factores que aumentan nuestro temor ante tener que dejarle la cámara a un desconocido durante unos segundos.




En fin, visto todo lo anterior sólo os doy un consejo: tened cuidado con los selfies, en cualquier momento podéis cruzar la delgada línea que los separa de las “fotos canis”. Y recordad: Narciso murió ahogado al enamorarse de su propio reflejo en el río.


¡Besitos!